Hoy he visto arder el monte. He visto el
fuego en los ojos del cordero. Su calidez ha sido mi calidez; una
lengua sobre el cuerpo. Te cubriré la frente con cenizas, me dijo aquella vez, y yo pensé en los prados en verano, en los cerezos, vi a los pájaros morirse en la arboleda.
He
visto arder el bosque, digo. He visto correr al corzo, atravesar las
carreteras, los viñedos, entrar en las casas de los hombres. Allí han
bebido y han comido. Les dimos veneno y ellos mordieron nuestros dedos.
Les dimos veneno para que se fueran. ¿Acaso lo hicieron? ¿Acaso
abandonaron nuestro sueño?
He
soñado. Puedo revelar y revelo todos estos datos: algo de lo que he
escrito aquí es cierto. He visto arder el monte esta mañana. Yo estaba
desnuda. Tenía la boca seca, los pechos secos, el pelo limpio.
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